Se cumplen hoy cien años del nacimiento de Màrius Torres, poeta y médico, de vida breve, que murió de tuberculosis en un sanatorio del Montseny, el año 1942, a los trenta y dos años. La familia de Torres, de ideas republicanas, se había exiliado, aunque una hermana pudo visitarlo unos días, después de la guerra. En el establecimiento, una versión reducida del sanatorio alpino de Mann, tuvo un buen grupo de amigos y de amigas con los que compartían lecturas, música, conversaciones...
Torres ha sido poco conocido hasta hoy. Todavía más en el resto de España ya que no existen demasiadas traducciones de sus poemas, nostálgicos pero no tristes, que los expertos definen como simbolistas, aunque a mi esas etiquetas me dicen poca cosa. He hecho un esfuerzo para traducir, algo libremente, uno de ellos en el cual evoca su juventud en una Lérida ya mitificada por la dolorosa pérdida de la guerra y, en el caso del poeta, también de la salud.
Muy lejos de aquí
Sé de una ciudad lejos de aquí, dulce y secreta,
con años de alegría como una noche breve,
donde el sol es feliz y el viento es un poeta
y la niebla tan fiel como espíritu leve.
Oriente le dejó sangre de rosas grana,
la media luna cálida de su menguante eterno,
y más allá un silencio de cerrada persiana
acoge un río profundo que corre en el invierno.
A sus viejas callejas llega, con gran fervor,
yo no sé de qué siglos incienso y amor gris;
repican las campanas con alma y con vigor
como late en los niños un corazón feliz.
Allí, con más belleza que un parque en primavera,
campos humildes se abren, alegres al poniente,
en su reposo calmo el alma se aligera
como en medio del ancho y vasto mar paciente.
Nada puede llamarme con más ternura, ahora,
que el camino del chopo y del cañaveral.
Su recuerdo me inquieta, y mi paso se añora
cuando siento en el hombro la mano paternal.
(Versión castellana de Júlia Costa Coderch)
MOLT LLUNY D’AQUÍ
Sé una ciutat, molt lluny d’aquí, dolça i secreta,
on els anys d’alegria són breus com una nit;
on el sol és feliç, el vent és un poeta,
i la boira és fidel com el meu esperit.
L’Orient hi deixà la seva sang de roses,
la mitja lluna càlida del seu minvant etern
i, enllà d’un gran silenci de persianes closes,
un riu profund que corre per una nit d’hivern.
Als seus vells carrerons, plens de fervor, arriba
jo no sé de quins segles un gris d’amor i encens;
el so de les campanes hi té una ànima viva
i el seu batec és lliure com el del cor dels nens.
Allí, més bells encara que els parcs en primavera,
els camps humils i alegres s’obren al capaltard;
en el seu gran repòs l’ànima es fa lleugera
com enmig de la vasta paciència del mar.
Res no crida el meu cor amb més tendresa, ara,
que aquells camins fondals de xops i de canyars.
El seu record fa un ròssec de recança al meu pas;
torna a la meva espatlla la mà greu del meu pare.
12 juny 1939
Màrius TORRES, Poesies, Ed. Ariel, Sant Joan Despí, 1981