sábado, 3 de diciembre de 2011

Hojas somos en el viento



Asisto cada mes a un interesante grupo de lectura y debate sobre libros de historia. Los libros se eligen y votan a través de los participantes, es un grupo abierto, con un núcleo fiel y personas que colaboran o participan en él de forma puntual, por motivos diversos.

Los grupos de lectura han proliferado en los últimos años. Los de las bibliotecas tienen mucho éxito pero por sus mismas características adolecen de limitaciones graves. Los libros suelen venir dados por los organizadores, ya que se prestan a las personas que participan y los grupos suelen ser cerrados, a causa de la demanda. Si alguien no asiste con regularidad se le da de baja. 

Tanto éste grupo sobre libros de historia como otro de lectura de novela organizado por la Editorial Meteora son muy distintos. Se puede acceder a ellos con libertad y si no te es posible asistir a algunas de las sesiones no pasa nada. Las obras se eligen a base de elaborar listas con sugerencias de los participantes y votarlas. En alguna ocasión, en ambos, se ha podido contar con la presencia de autores y autoras, cosa que puede ser interesante aunque a veces limita la espontaneidad del debate. Los libros pueden ser en castellano o catalán, indistintamente. Valoro mucho las actividades en las cuales se puede ejercer una cierta libertad ya que a menudo tengo la impresión de que aquello que se organiza de forma más o menos oficial, para adultos, tras una coartada culturalista, se asemeja cada vez más, de forma preocupante y progresiva a una escuela convencional.

Ayer, en el grup de historia, se comentó el libro Los orígenes del mundo moderno, de Robert B. Marks, parte del cual se puede leer en el enlace indicado, en google books. Es de la Editoria Crítica, una editorial con muchos títulos importantes y de interés, cosa que suele ser ya un sello cualitativo. En la tertulia se producen de vez en cuando debates enconados, incluso diría que discusiones serias en alguna ocasión, ya que los participantes tienen, además, ideologías diversas y visiones diversas del mundo. 

Sin embargo, el libro que cito suscitó un gran consenso. Es un libro que se lee con facilidad, bien escrito, apto para todo el mundo, que intenta explicar los defectos del eurocentrismo y como a menudo la historia se escribe a posteriori de forma oportunista, cuando muchos acontecimientos se deben a la contingencia o la casualidad, a factores que algunas escuelas de historia no han querido o sabido tener en cuenta y que no es, evidentemente, determinismo.

El autor incide en el importante papel de países como India o China, en unas épocas en las cuales los europeos eran, como decimos en catalán, quatre arreplegats. Tal y como va el mundo es posible que el centro de la historia se vuelva a desplazar a esas zonas de Asia en un futuro no tan lejano, aunque hacer política-ficción o previsiones políticas es perder el tiempo pues a menudo sucede lo más inesperado.

Quizá el libro, como se comentó, tiene una excesiva ambición en su planteamiento pero para los no iniciados resulta absolutamente educativo ya que la visión oficial que hemos aprendido en la escuela, el instituto o la universidad ha olvidado siempre incidir en esa historia universal no eurocéntrica, que todavía desconocemos muchísimo. Marks, profesor de historia estadounidense pertenece a ese tipo de profesor anglosajón que sabe explicar lo difícil de forma fácil y que es capaz de ejercer una autocrítica intensa y desacomplejada sobre su propia cultura. Lo hace en muchas ocasiones a partir de temas concretos, como la necesidad de carbón, la producción de algodón, de te. 

Aunque hubo unanimidad en la valoración del libro y en sus virtudes también personas más entendidas que yo formularon alguna crítica, como, por ejemplo, la poca relevancia dada al imperio otomano. Aquí, en una web en la cual se comentan algunos libros, he encontrado otra referencia a las posibles limitaciones del libro, que intenta ofrecer una síntesis  excesivamente ambiciosa en poco más de trescientas páginas. Son las limitaciones de la divulgación, de la necesidad de plantear un tema para un público amplio. Sin embargo en el comentario también se incide en los valores positivos del libro, la mirada poliédrica sobre fenómenos que se han interpretado de forma unívoca durante décadas y la profundización en eso que llamamos globalización, un fenómeno, por cierto, no tan nuevo como se pretende.

Un título muy recomendable para aquellos que empezamos demasiado tarde a intuir que Europa no era ni había sido casi nunca el ombligo del mundo ni la cuna de la civilización.

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