jueves, 17 de septiembre de 2015

LECTURAS Y RELECTURAS IMPRESCINDIBLES EN TIEMPOS COMPLICADOS

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Leí este libro de Bobbio hace años y estos días me vienen algunos aspectos de esa lectura a la mente, aunque precisaría hacer una relectura a fondo para saber si mis recuerdos son reales o reinventados. Bobbio es un personaje imprescindible, no tan conocido ni leído como convendría a nuestro extraño presente. Bobbio vivió una vida larga y tuvo tiempo de evolucionar, era de buena familia tuvo una breve juventud fascista, evolucionó hacia el comunismo y hoy es percibido como un filósofo de la democracia, de la democracia crítica. Los tres pilares fundamentales, ideales de convivencia, son para Bobbio la democracia, los derechos del hombre y la paz. En este librito incide en el tema de la derecha y la izquierda y de su vigencia en el mundo contemporáneo, Bobbio murió en 2004.

Me atrevo a decir que sin la paz no puede haber nada más. Bobbio, que había vivido la guerra europea y participado en ella desde la resistencia antifascista, lo sabía muy bien. Supo ver también como los extremos de derecha e izquierda coinciden, no hace falta ser unos linces para reconocer que Hitler y Stalin tuvieron mucho en común. También las capas intermedias de esas ideologías coinciden en el presente, todo evoluciona, por ello no se puede hablar de la derecha como se hablaba de ella en los años veinte o treinta. La izquierda tampoco es la misma, al menos en nuestra sociedad occidental que come caliente cada día aunque sea con ayudas estatales.

Sin embargo hay matices. En estas elecciones catalanas del día 27 se potencian esos matices. Las campañas electorales mueven muchos demonios. Bobbio admite, sin embargo, que todavía hay diferencias y que podemos distinguir entre unos y otros según se potencie más la libertad o la igualdad. Los dos conceptos, sin embargo, deberían redefinirse. Se habla de libertad de forma muy general y a veces se establecen diálogos de sordos. La libertad se supone, según los diccionarios, que es la capacidad de escoger pero en la vida no escogemos casi nada, ni país, ni lengua, ni familia, ni clase social. Amigos y parejas parecen ser escogidos pero nuestras opciones no son universales ya que depende de por dónde nos movemos y con quién nos relacionamos. Todo depende, incluso, del azar. Tampoco escogemos época histórica.

Sobre la igualdad se han dicho y hecho muchas tonterías como querer igualar a la baja incluso la capacidad intelectuals, ese ha sido un gran pecado de la escuela tontamente progre. Sin embargo es evidente que estamos muy lejos de una sociedad igualitaria de verdad, considerando esa igualdad en el marco de las oportunidades, del acceso a los derechos humanos, individuales y sociales. Cuando estos días alguien me habla de qué Catalunya debe ser un país libre no me atrevo a contestar que, de momento, no me siento demasiado oprimida y que para lograr mi voto deben hacer referencia a temas más pedestres. Sin embargo creo sinceramente que el tema español y nuestra inclusión o no en el estado debe reconsiderarse y mejorarse. Las épocas de vacas flacas son complicadas, en otros tiempos nos daban unas cuantas zanahorias y todo el mundo más o menos contento. Cuando las zanahorias escasean para todo el mundo vienen las crisis y los experimentos políticos que a menudo generan grandes expectativas irrealizables, veáse la República, como empezó y como acabó.

Las izquierdas convencionales han decepcionado a mucha gente. Ya dice el Evangelio aquello de por sus frutos los conoceréis y a muchos ya los hemos conocido, claro que para eso hace falta tiempo, decían las abuelas de mi infancia que no conocías a nadie antes de comerte con él un saco de sal. A los políticos más jóvenes, que tanto atractivo despiertan ante un panorama político mediocre, no los conocemos a fondo ni sabemos cómo pueden evolucionar. Uno de los grandes pecados de nuestra sociedad es mirarnos el ombligo y prescindir del mundo en su globalidad, el internacionalismo parece una vulgaridad pero ahí están los refugiados, los marginados, los oprimidos por políticos abusivos que no tienen ni tan sólo la posibilidad de escapar de sus países. Nadie habla a fondo de ese internacionalismo más allá de seguir considerando que en la película de la vida hay unos malos evidentes y que muerto el perro, muerta la rabia.

Pero la rabia es endémica y es fácil provocarla y echar gasolina al fuego. Para ello existen muchos recursos entre los cuales las referencias oportunistas a la historia del pasado, tan manipulable e interpretable y que debería quedar en los libros de texto, en los archivos y en las facultades especializadas. Se resucitan héroes, reyes, mártires, batallas, banderas, opresiones, patriotismos, supuestos agravios no resueltos y grandezas miserables e imperiales, des de los de tiempos ancestrales hasta hace poco tiempo, qué más da. 

Me gusta mucho la historia como materia de estudio y lectura pero me produce un gran rechazo su utilización interesada. Vivo con cierta inquietud de persona mayor el presente pero mi inquietud no es nada comparada con la gente que percibió la llegada de guerras terribles y las vivió como pudo y le dejaron, poco se puede hacer para evitar el destino, guiado por el azar y movido por vientos que a menudo son imprevisibles. Releer a Bobbio, al menos, consuela en parte de tener que soportar tanta retórica sin sentido, sin sentido para mi, claro.


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