domingo, 23 de diciembre de 2018

LA MEJOR LOTERÍA ES EL TRABAJO Y LA ECONOMÍA


¿A quién le vendo la suerte?
¡Mañana sale y está premiado!
(Mis ojos tienen que verte
por tres puñales atravesado).
¡La fortuna, pa mañana!
¿Quién me compra un QUINCE MIL?
(Te repiquen las campanas
a la hora de morir).
¡Cuatro series!, ¡qué bonitas!
¡Voy tirando los caudales!
¡Son de doña Manolita!
¿Quién me compra esta penita?
¡Mañana, mañana sale!


('Mañana sale', de Quintero, León y Quiroga, fragmento)


Existen muchas canciones sobre la lotería y los juegos de azar pero mi preferida sigue siendo esa de Mañana sale, la última que cantó Concha Piquer y que hizo que se retirara a causa de algún problema con la voz. Recuerdo una antigua foto de Raquel Méller vestida de vendedora de lotería, debía haber algun cuplé con esa temática que no he sabido encontrar.

La lotería de Navidad era todo un clásico durante mi infancia y juventud. Todos los tenderos vendían lotería propia y cualquier asociación hacía la suya. En Catalunya a menudo llamábamos apuntaciones a los billetitos en los cuales nos avisaban, en general, de que una pequeña parte de cada boleto era para la entidad. Eso hacia que centros culturales de todo tipo o escuelas pudiesen ingresar un dinerito extra. La suerte, para esas entidades, era que, por ejemplo, les tocase la devolución, ya que mucha gente no la cobraba y el ingreso era mayor.
La lotería era una excusa para quedar con gente a la cual hacía tiempo que no veías e intercambiar billetes de lotería. Las cosas han cambiado bastante, hoy existen problemas para imprimir billetes, derivados del mayor control existente por parte de la hacienda pública. En Catalunya se instauró otra lotería, La Grossa. Pero creo que también tiene un peso el hecho de que la gente ha perdido la inocencia y la fe en las posibilidades de un cambio de vida gracias al azar. Una muy buena profesora de matemáticas que tuve la suerte de conocer cuando estudiaba magisterio, Maria Rúbies, insistia en qué si la gente calculase bien no compraría lotería, a causa de las pocas probabilidades que tenemos de ganar alguna cosa, en comparación con lo que invertimos en la compra de numeritos del sorteo.

Rúbies era de CIU en los buenos tiempos de ese partido, los del Pujol en olor de multitud. Era una persona muy honesta, muy buena persona, trabajadora, seria, una gran profesional de la educación. Se quejó de qué la Generalitat montase loterías, en aquella época, en concreto, el rasca-rasca. La marginaron y tuvo disgustos importantes. Murió relativamente joven. La recuerdo a menudo, nos daba clases voluntarias los sábados, a la gente de los estudios nocturnos. Sólo recuerdo otro profesor que hacía eso, el profesor Cervelló, cuando estudié Humanidades, ya mayorcita, en la UOC.

Mi percepción es que la lotería tiene menos peso que antes pero debo estar equivocada, parece que se vende bastante, todavía. Cuando era pequeña el día de la lotería ya era fiesta escolar y escuchaba por la radio el sonsonete de los niños de San Ildefonso, entonces sólo eran niños, era como una canción navideña alternativa, me encantaba. Eso de los euros ya no me suena tanto como las antiguas pesetas y todo ha cambiado, sobre todo, yo. 

Los anuncios de lotería son todo un poema, suelen estar muy bien hechos, apelan a la solidaridad, al compartir y todo eso pero también, en ocasiones, fomentan la envidia, pecado capital. ¿Qué pasa si no has comprado lotería y a tu vecino o a tu prima les toca un pastón, gracias a un boletito que rechazaste? En una ocasión, hace años, estaba de excursión con un grupo de amigos. Paramos a tomar algo en un pueblo y los niños de una entidad vendían números, me resultaron simpáticos y les compré algo. Mucha de la gente que venía conmigo no había comprado nada pero cuando vieron que yo compraba se apresuraron a hacerlo. Mira que si me tocaba a mi y a los otros, no...

La publicidad de la Grossa de este año iba por ahí. Era un anuncio divertido y humorístico, un montón de gente friki iba diciendo 'yo paso', a la hora de comprar lotería, después tocaba y se tiraba de los pelos. Hace pocos años pasaban uno de la lotería nacional en el cual un pobre hombre no podia comprar lotería pero su amigo, el dueño de un bar, le había guardado apuntaciones. Tocaba, claro, y todos eran felices y comían perdices.


A mi me gustaba mucho aquella campaña del señor calvo atractivo, que se iba paseando por la ciudad. Lo contrataron durante algunos años y a las damas nos encantaba, parece que no le renovaron el contrato por motivos económicos. Era unos anuncios muy bonitos aquellos, la verdad. 
Este año no he comprado nada de lotería. Las antiguas tiendecitas de mi barrio han cerrado, han sido substituídas por comercios de gente de todo el mundo, pero no es lo mismo y la gran mayoría no venden lotería. 

La mayoría de entidades sociales, para no tener demasiados problemas legales, no hacen tampoco lotería propia, la mayoría. Las relacions amistosas se establecen hoy alrededor de la Marató, todo el mundo organiza cosas para recaudar fondos. En el fondo es lo mismo, las Navidades se articulan todavía en torno a cosas como el buenismo recaudatorio generalizado y adaptado a la modernidad, destinado a fer calaix. No dudo de las bondades de esas iniciativas però tengo algo de repelús ante las solidaridades navideñas, la verdad. Durante años fue un clásico aquel programa de los señores Dalmau y Viñas, la Campaña Benéfica de Radio Nacional. 

Los niños iban allí a recitar versos de la época. Incluso yo llegué a ir con la escuela y recité Mi vaquerillo. Era un poema un poco largo y el señor Dalmau se ponía nervioso, querían cosas breves y que todo el mundo pudiese pasar por el micrófono y por caja. En mi clase habíamos recogido, lo recuerdo, setenta y cinco pesetas. Claro que debía ser el año 1958, más o menos.

Mis padres conocían casos de gente ludópata a causa de la lotería, en general. No sólo de la de Navidad, claro. Evidentemente, a alguien le toca. El escritor Pere Calders, con su humor agudo e irónico, hablando de la muerte, decía que, si al menos vieses a alguien a quien no le ha tocado morir... pero que nadie se escapaba del final previsto. Siempre toca, vaya. 

Mi madre, aunque compraba algo de lotería y, de vez en cuando, los cupones antiguos de la ONCE, aquellos de los tres números, nos repetia a menudo el sabio refrán que dice: La mejor lotería es el trabajo y la economía. Hoy, sin embargo, no es fácil ni tan sólo tener trabajo, y hacer economías, para mucha gente, resulta casi un espejismo, además de què las entitades de ahorro no favorecen eso del estalvi. 

Las ludopatías no se fomentan tan sólo con las loterías convencionales, hoy internet ha inventado un montón de trampas diversas para qué la gente se enganche a eso del azar. Los bares están llenos de maquinitas diversas, papadineros, como decíamos antes. El cine ha favorecido la ludopatía en esas imágenes de grandes casinos llenos de caballeros elegantes y damas sofisticadas. Esos tahures que iban en barcos por el Mississipí jugando a los naipes eran muy atractivos, en general. El cine negro ha aprovechado el tema, muchos jugadores con poca suerte eran maltratados o asesinados por sus deudores. Hace poco vi, en el teatro, la versión musical que la gran Silvia Marsó ha hecho sobre el libro de Zweig 24 horas de la vida de una mujer. El objeto del deseo y de la pasión puntual y breve de la dama es un ludópata joven que la deja desplumada. Vale más huir de las tentaciones, vaya. 

sábado, 17 de noviembre de 2018

MITOS Y NOSTALGIAS DEL PASADO EFÍMERO

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La serie Arde Madrid ha vuelto a recordarnos el paso de Ava Gardner por España, en una época en la cual el cine de barrio transformaba a los actores y actrices en personajes lejanos y reverenciados. También, anteriormente, había pasado por España Eva Perón, que ya no era actriz pero lo había sido. En tiempos de pobreza y miseria esas damas elegantes despertaban grandes devociones. Las revistas del corazón se cambiaban, de segunda mano, o se leían en las peluquerías modestas. Más allá de lo que se publicaba corrían muchos bulos sobre famosos, a través del boca-oreja. Algunos de aquellos bulos resultaron ser ciertos, otros eran producto de la imaginación y de la mitomanía.

La serie es divertida, filmada en un evocador blanco y negro, con unos actores de primera, Inma Cuesta demuestra una vez más que puede hacer de todo y de qué todo lo hace bien. A Debi Mazar la ha pillado el papel algo mayor, pero suple el tema con eficacia interpretativa. Paco León, creador de la serie, director y actor, demuestra una vez más que el cine hispánico cuenta con gente de peso, genios en alza, que siguen por los senderos de los antiguos, como Fernán Gómez, aunque siempre hay quién piensa que como antes, nada.

Es esta una serie relativamente breve, ocho capítulos de media hora cada uno, con un guión que no es redondo del todo e incluso algo irregular. Sin embargo está llena de situaciones divertidas que van mucho más allá de la anécdota chusca. Muestran la España del momento, todavía rancia pero con algunos destellos de modernidad, más allá de las juergas de los ricos y famosos. Por las redes existen muchas biografías de Ava Gardner, si se quiere profundizar en el tema. En el tema de esas fiestas alocadas, la realidad superaba la ficción y detalles que parecen mentira eran ciertos y bien ciertos.

Ava pasó primero, como es sabido, por Tossa de Mar, aunque no se quedó. El que se quedó en Catalunya fue Mario Cabré, un personaje que merece biografía propia, actor mediocre, según dicen, torero regular, dispuesto, cuentan, a casarse incluso con la dama americana, cosa imposible. Para ella él fue un rollito de una noche, para él, una aventura relevante y mágica, o eso dice la mitología cinéfila. 
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Cabré fue presentador de televisión, no era un actor tan malo como dicen, en el teatro hizo cosas memorables, como un Mar i Cel com Maria Matilde Almendros, a quién llamaron la Grace Kelly catalana. La pareja artística hizo también Terra Baixa y, en castellano, un inolvidable Tenorio. Algunas de esas obras se vendían en discos de la época. Cabré era, además, escritor, poeta, ganó algún premio, recitaba de maravilla.

Almendros es otro objeto de mis devociones antiguas. Incluso por la radio, haciendo aquell popular programa que se llamaba De España para los españoles daba al conjunto un peso cualitativo y humano extraordinario. Cabré da risa en Pandora, habla un inglés que ahora nos puede parecer macarrónico pero en aquella época nadie sabía inglés, algo de francés escolar y poca cosa más. Y hace un personaje de torero algo casposo, pero muchos toreros eran así. Incluso los toreros se han modernizado.

Cabré y Almendros, como tantos otros, de haber sido americanos probablemente hubiesen tenido oportunidades más relevantes pero hicieron unas carreras poliédricas, en el teatro en catalán y castellano, en la radio, en la televisión pionera. Los años franquistas fueron oscuros pero tenían sus recursos ocultos, para ricos y pobres. Nos divertíamos, cuando eres joven todo es posible aunque las chicas lo teníamos peor. Y los ricos podían pecar al por mayor, si sabían lugares y tenían contactos. Arde Madrid incluso tiene un final moderno y feminista, la chica fea y coja rechaza matrimonio y demuestra que ha evolucionado y que ha conquistado lucidez y libertad. 

Ava Gardner ni era el animal más bello del mundo, aunque fuese muy guapa, ni tampoco era mala actriz, tiene algunos papeles memorables. Vivió como quiso y pudo y murió de forma discreta aunque no solitaria, tenía amigos que la apreciaban, entre los cuales su ex, Frank Sinatra. Aquel mundo del cine nos hipnotizaba, incluso pasar el Paralelo des de Poble-sec, e ir hasta la puerta de los Estudios Iquino para intentar ver algún actor de segunda o tercera categoría era una aventura. Ser un objeto de deseo sexual debe ser divertido pero pesadito, la verdad. Y todavía más en aquellos tiempos, cuando eso del acoso y el machismo condenable parecían virtudes masculinas imprescindibles. 

Ava Gardner, con su vida al límite, su alcohol, sus amores y sus juergas, murió a los sesenta y siete años. Pero María Matilde Almendros, dama seria, responsable y siempre alejada de cualquier escándalo del sector, no murió mucho más mayor, a los setenta y dos. Mario Cabré, también con poco más de setenta, no se casó, en sus últimos años tuvo problemas de salud y estuvo retirado en el balneario de Benicássim. Todo el mundo sabe quién fue Ava Gardner pero poca gente joven sabe mucho sobre Almendros o Mario Cabré, somos muy desagradecidos, la verdad. De desagraïts, l'infern n'és ple, decía mis mayores.


lunes, 5 de noviembre de 2018

IMPOSTURAS Y FALSEDADES HUMANAS

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Sergio Vila-Sanjuán evocava, hace pocos días, en La Vanguardia, a María Lejárraga, a causa de los paralelismos de su historia con la que se relata en la película La buena esposa. Más allá de los indudables paralelismos son dos historias muy diferentes, incluso por lo que se refiere a la época. Lejárraga fue una mujer extraordinaria, en las últimas décadas se la ha reivindicado bastante, como a otras de su época, esos años extraordinarios de antes de la Guerra Civil. Fue también una víctima del exilio causado por la guerra civil, murió en Buenos Aires, pero supo reinventarse y trabajó mucho. Otro tema es que no sea tan leída, hoy, como debería. Cuando yo era pequeña emitían mucho teatro por la radio y recuerdo que ya escuché comentar a mi madre, entonces, que las obras de Martínez Sierra las escribía su mujer. Por cierto, conoció, apreció y adaptó a Santiago Rusiñol, me gusta insistir en las relaciones intelectuales o del tipo que sean entre la cultura castellana y la catalana porque se han olvidado o se ocultan de forma interesada.

Hay personas a quienes no les ha gustado la película, a pesar de la gran interpretació de Close, hoy nos cuesta de entender que una mujer se situe en  ese lugar secundario y se avenga a ser explotada intelectualmente. Más raro debería parecer que un hombre inteligente no tenga la suficiente dignidad como para no reconocer esas  cosas. Y todavía es peor que una mujer, hoy, aguante malos tratos. En el campo intelectual, pero también en el científico, hay muchas historias de este tipo, y no tan solo entre hombres y mujeres, también entre profesores y alumnos, investigadores y estudiantes que dependen de ellos... 

He escuchado quejas en este sentido de gente joven, sin embargo cuesta denunciar ese tipo de cosas, nadie quiere quedarse  sin trabajo ni cerrarse puertas, vease como están dejando a la pobre Andrea Ros por haber dicho que el genio teatral era un grosero. Las denuncias, para prosperar, requieren cierta simetría entre denunciante y denunciado. Hace algún tiempo me enteré de qué una persona relativamente joven, una mujer que trabaja en el campo de la ciencia, redactaba informes y textos que  firmaban sesudos señores de prestigio. Eso sí, le pagaban muy bien, y la coartada personal, como siempre, es aquello de que si no lo hago yo lo hará otro.

Una película de 1993 (los sucesos de La buena esposa se situan en 1992), Azul, de Kieslowski, que  formaba parte de una trilogía, narraba como una mujer, Binoche, muy joven, pierde a su marido en un accidente. Era músico, compositor, íbamos sabiendo que era ella quién escribía una gran parte de sus creaciones. No recuerdo que en aquel momento se comentase en exceso esa parte del argumento. Hace pocos años se descubrió que los méritos de unos trabajos científicos que llevaron a señores importantes a conseguir un Nobel eran fruto, sobretodo, del trabajo de una dama. 

La buena esposa se ha basado en una novela de una buena escritora, poco conocida todavía entre nosotros, Meg Wolitzer. La editorial ha aprovechado lo del cine para reeditarla, tan sólo este libro y otro de la autora estaban traducidos al castellano. El libro profundiza, como es lógico, en la psicología del personaje y hace un poco de trampa, la autoría femenina, que en la peli se ve venir, en el libro es un misterio que se resuelve al final. Un tema interesante del libro es el sarcasmo divertido con qué se retrata el mundo intelectual, en ese caso americano, pero con muchos paralelismos con lo que pasa por aquí. Escuché comentar a una gran actriz, hace años, que unos de los que más decepcionan son los escritores, a menudo tiene poco que ver lo que escriben con cómo son. Pero eso quizás pasa en todas las profesiones, los maestros podemos tener hijos complicados y muchos médicos llevan vidas bastante poco sanas. Es aquello de consejos vendo, pero para mi no tengo.

Evocación al margen

Justo hace  un mes escribí la entrada anterior al blog, recordando a Curro Jiménez. Todavía entonces Alvaro de Luna era de los últimos supervivientes del conjunto pero nos ha dejado hace poco. En una entrevista que he leído el actor ironizaba con qué nunca era el que enamoraba a la chica pero eso es relativo, en uno de los capitulos de Curro Jiménez enamoraba a una bruja encantadora, Verónica Forqué, aunque la cosa no acababa bien, a menudo los amores, en ese tipo de series, no eran definitivos, lo exigia el guión. Descanse en paz, el inmortal Algarrobo, un gran actor, por cierto.


sábado, 22 de septiembre de 2018

CURRO JIMÉNEZ SE FUE HACIA EL MAR

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Este año el segundo canal, y no es la primera vez, ha vuelto a poner en antena aquella serie emblemática que fue Curro Jiménez. Es posible que el regreso del bandolero más famoso de nuestro imaginario colectivo coincida con la posibilidad de un remake, filmado en Navarra, un proyecto que parece estar ya bastante a punto.

No vi la serie en su momento, al menos no la vi entera, sólo algunos pocos capítulos. No la valoré como debía, yo era joven, trabajaba, tenía una niña pequeña y la televisión era entonces muy criticada por los sectores progres de la sociedad, más incluso que las maquinitas y los móbiles de hoy. Eran años de grandes cambios y grandes esperanzas, estábamos para otras cosas. 

Cada vez que la veo la encuentro más encantadora, cosas del umbral de la vejez. He leído que era una metáfora de la Transición. Lecturas, se pueden hacer muchas. Me quedo con lo que veo, actores emblemáticos, muchos de los cuales desaparecidos y otros que desaparecieron sin saber cómo ni por qué. Y otros y otras que empezaban y que hoy son ya clásicos reconocidos. 
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Curro Jiménez tuvo también su cómic, su tebeo, su merchandising y su película, no podía ser de otro modo. Hay quién le critica a la serie el poco rigor histórico, como si eso fuese importante en ese género centrado en las aventuras de hombres valientes, defensores de la justicia y castigados por ella. Los galos reales eran muy distintos de Astérix, evidentemente. 

Mis mayores conservaban unos coleccionables antiguos, con las aventuras de Dick Turpín, un improbable justiciero inglés al uso. En catalán, de momento, no hemos aprovechado a fondo personajes tan atractivos como Serrallonga, aunque ha habido intentos algo fallidos, para reinventar, en serie de culto, las heroicidades de esos fuera de la ley que, como Robin Hood, roban a los ricos para ayudar a los pobres. Ya sabemos, no somos tontos, que en la vida real más bien pasa al revés.
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La serie tuvo buenos guiones, buenos directores, exteriores evocadores, situados en la zona dónde sucedían las aventuras. No sé si la frondosa Navarra resultará igualmente convincente. Se intentó hacer una especie de continuación, se filmaron doce capítulos, però las cosas cambian muy deprisa y los gustos, también. En aquella serie salía todo el mundo, en algún momento. Sancho Gracia y José Sancho eran los más guapos pero incluso nos enamoramos del Algarrobo, uno de los pocos supervivientes de aquel grupo de luchadores sin parangón.
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Juguetes poco pedagógicos, de otros tiempos.


Sancho fue quién hizo una carrera actoral más intensa y profunda, teatro, cine... era un actor extraordinario, tuvo tiempo incluso para sus amores mediáticos, algunos de los cuales dieron mucho que hablar en las revistas de la época. Gracia fue mucho más buen actor de lo que se quiso reconocer. Los dos cabalgaban sin trampa ni cartón, por esas sierras polvorientas y evocadoras. 

Me gustaría que se pasasen otras series antiguas, como Los Camioneros. Deberían dedicar un canal a todo eso, series, novelas, teatro, entrevistas, musicales. Todo eso que perdimos por el camino y que tanta gente joven desconoce. Se hizo muy buena televisión en la Transición y el tardofranquismo, también en catalán, en el segundo canal. Incluso descolorido, como lo podemos ver hoy, sorprende. Y todo eso con pocos recursos y con mucha imaginación. 
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Hace unos días, hoy que entre lo políticamente correcto y lo políticamente castigado vamos de mal en peor, comentaban programas, películas y canciones de los setenta, de los ochenta. ¿Podría hacerse hoy una película de denuncia como El Diputado, basada en hechos reales y recientes? Puede que sí, pero bastante descafeinada, me temo. Incluso en países vecinos, Francia, Italia, la denuncia política era, o así me lo parece, mucho más contundente.

A las puertas del otoño vi otra vez, con emoción nostálgica ese último capitulo de la serie, cuando Curro se va, con el Algarrobo y el niño, hacia la libertad del mar y del nuevo continente, mientras el Estudiante se queda con la Maestra y el Gitano nos dice que vuelve con su gente. 
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Rodolfo Sancho, el hijo actor de Sancho Gracia, lleva a las espaldas una larga carrera en cine y televisión. A menudo, de forma inevitable, se le ha comparado com su padre, y muchas veces en negativo, que si no tiene el mismo atractivo, que si es más soso. Creo que es un actor notable, que va mejorando con el tiempo, como suele pasar a la mayoría, aunque algunos, como los futbolistas, nacen con el don. 

Ver como crecen los hijos y nietos de nuestros ídolos de antaño, cuando siguen en el oficio, resulta encantador, lo mismo que cuando en una tienda del barrio te encuentras en el mostrador con el hijo y nieto de los antiguos tenderos. Recuerdo a mi madre, cinéfila impenitente, explicándome las relaciones familiares de aquellas sagas de entonces, algunas de las cuales llevan ya unas cuantas generaciones dando guerra. 

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Esa figura del bandolero libre y bueno, atractivo y justo, siempre tendrá éxito. Se puede situar en cualquier época, pero la de Curro Jiménez es de las más interesantes. Guerra -ganada- con los franceses, liberales, carlistas, luchas por la libertad, inestabilidad generalizada... La realidad era más dura, ya lo sabemos. Muchos bandoleros eran ladrones crueles e impresentables, la mayoría acabaron mal. 

Pero una cosa es la historia real y, otra, la literatura, el cine, y esa necesidad de soñar en héroes y heroínas de buena presencia, cabalgando sin miedo por caminos sin final y siempre a punto de reinventarse y encontrar paz, felicidad, amor, y algo de dinerillo para poder hacer fortuna en algún lugar del mundo.

No me importaría nada que cada verano, lo mismo que en otros tiempos, para Todos los Satos se representaba el Tenorio,  repusieran la serie. Al fin y al cabo lo hacen con Colombo, con la Fletcher... 

miércoles, 15 de agosto de 2018

CARMEN CONDE PERMANECE EN EL MUNDO


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Amante

Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.

No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.

Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos,
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.

Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida..., la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.

Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida...?
No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.


Carmen Conde


Gracias a Google,  que hoy la recuerda, he recordado yo también a Carmen Conde. Nació el 15 de agosto de 1907, murió en enero de 1996 y, durante años, mi propia ignorancia, fomentada por los discursos oficiales y la poca informació de la época hizo que supiese poca cosa de ella. Cuando estudié magisterio, a finales de los sesenta, nos la mencionaban a menudo, a causa de sus publicaciones destinadas a los niños y niñas y al sector educativo. 

Asi que me quedé con una imagen de señora seria, casi de otros tiempos, que, en cierto modo, monopolizaba el sector de la literatura infantil en castellano y que llegaría a ser la primera académica en esa rancia institución hispánica de referencia. Una especie de patum, como decimos en catalán de aquellas figuras de renombre que quizás no merecen del todo el reconocimiento adquirido. La ignorancIa es muy atrevida, la ignorancia ligada a la juventud es peor, aunque más inocente y sujeta a influencias diversas  y al deseo de novedades.

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Resulta que Conde fue una mujer moderna, republicana, activa, arriesgada, innovadora, poeta y muchas cosas más. De Cartagena, por cierto, una ciudad intensa y hermosa a la cual, aquellos que todavía no la conocíamos, creíamos una especie de segundona sin interés, más allá de qué muchos chicos destinados a Marina, en el servicio militar, pasaban allí un período de tiempo más largo que el resto. 

Había escuchado en ocasiones, como tanta gente, aquello de en Cartagena, mar sin pescado, montes sin leña... y niños maleducados. Pero Cartagena és una ciudad con una historia apasionante, paisajes extrarodinarios, una belleza aparentemente discreta pero inolvidable  y oscuridades atractivas poco divulgadas, como todo aquello de las luchas cantonalistas. Una ciudad de primera división en muchos sentidos, vaya. Con pescado en el mar, leña en los montes, mujeres intelectuales  y brillantes y niños como todos los demás.

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Carmen Conde sobrevivió con habilidad y suerte a la Guerra Civil y consiguió reconocimiento intelectual después del desastre, algo que no se perdona con facilidad. Los mártires nos parecen heroicos y reivindicables -su recuerdo es también más manipulable y engañoso- pero sobrevivir con dignidad es algo inmenso, difícil, espinoso. Conde tuvo un gran amor lésbico pero no abandonó del todo a su marido, el relativamente olvidado, más allá de Murcia, Antonio Oliver, otro gran poeta y muchas cosas más, posiblemente inquieto  por la relación de su esposa con Amanda Junquera. La pareja tuvo sólo una hija, que nació muerta, eso les afectó intensamente a los dos.

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Conde sería un gran mito en el mundo anglosajón y se hubiesen hecho grandes películas y series sobre ella y sus amigos, amigas y conocidos. Merece una atención más profunda todo ese contexto truncado de los años treinta pero también hay que reivindicar la resistencia cultural de la postguerra y el tardofranquismo, un contexto mucho más rico en propuestas y publicaciones de lo que se quiere creer pues también se canta en los tiempos sombríos, como escribió Brecht.

Conde se relacionó con un montón de gente interesante, mítica, libre y esperanzada. Con todas esas Sin sombrero, reivindicadas hace poco. Su novio, después su marido, insistía en qué no fuese con Maruja Mallo, por ejemplo. Existen algunas biografías de Conde, la más extensa y documentada la de José Luis Ferris. La publicó en 2007, con motivo del centenario del nacimiento de Carmen Conde. Ferris, escritor, poeta y ensayista ha escrito otras dos biografías de peso, las de Miguel Hernández y Maruja Mallo.



viernes, 13 de julio de 2018

SOBRE LA FRAGILIDAD DE LAS RELACIONES HUMANAS

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En la inolvidable película Una historia verdadera el protagonista, interpretado por Richard Farnsworth en el papel de su vida que, además, fue el último, un anciano emprendía un largo viaje para reconciliarse y visitar por última vez a su hermano, con quién hacía años que no se hablaba. En el emotivo reencuentro los dos admitían no recordar por qué se habían peleado.

Las personas, en general, nos movemos entre la necesidad de individualidad y la de relaciones sociales. La soledad puede ser una carga o una elección, claro. El paso de los años se lleva por delante a personas con quiénes hemos compartido más o menos vida y por eso la vejez tiene su carga de soledad añadida. Las relaciones  humanas son frágiles y contemplamos con sorpresa como acaban mal buenas amistades, parejas que parecía sólidas y enamoradas, familiares que compartieron fiestas entrañables.

A nivel colectivo pasa algo parecido. Existe un nivel de convivencia sostenible, con sus más y sus menos. En algún momento, fomentado en general por intereses o por grupos políticos inquietantes, nuestras dificultades de relación aumentan, se añade gasolina a los fuegos poco relevantes y las cosas pueden estropearse en cuatro días y generar tragedias colectivas que suelen afectar a aquellos más inocentes y pacíficos, incluso.

En los pueblos pequeños se percibe todavía más la dificultad de relación, hay familiares que no se hablan desde no sé cuando. Durante la guerra civil y después hubo más crueldad en las pequeñas localidades que en las ciudades grandes. Un tema recurrente es el dinero, las herencias, todo eso. Aunque el recuerdo se hubiese perdido, muchos aspectos relacionados con la guerra civil tenian sus orígenes en las mal resueltas guerras carlistas, siempre mal explicadas, quizás a causa de su complejidad y de las cuales sabemos casi más por la literatura que no por los manuales al uso. 

La tendencia al enfrentamiento creo que es innata, ya en el parvulario te encuentras con peleas por tonterías, con envidias, con chivatazos absurdos. Las tensiones que produce el enfado hacen que se añore un tiempo pasado, mitificado, en el cual las cosas eran de otro modo. Siempre existe un tiempo fraternal, situado en un impreciso pretérito, la gente se ayudaba, era solidaria, educada y respetuosa. Ese tiempo idílico no existió nunca o fue muy breve y débil. 

A nivel individual cuenta mucho el carácter, y en el carácter hay mucha genética. Hoy las familias no suelen ser numerosas y no se puede comparar tanto pero, por ejemplo, en casa de mi padre, en un pueblo, eran once hermanos y una parte de ellos se parecía al padre, pacífico y tranquilo, y la otra a la madre, con un genio vivo y algo violento. Dos no se enfadan si uno no quiere, se decía. Y es cierto, sin duda. 

Siempre hay temas conflictivos que sabes que con determinadas personas no puedes tocar pero la gente no siempre es capaz de no hablar de ello. Uno de muy importante, claro, es la política. En mi casa siempre contaban las encendidas discusiones de antes de la guerra entre mi abuelo, más bien de inzquierdas, y una prima suya, conservadora y más bien de derechas. Una de las muy relativas virtudes del tiempo de la dictadura, según algunos familiares, era que no se hablaba de política, por razones obvias, y se evitaban aquellos debates encendidos que podían acabar siendo enemigos para siempre. Otro tema espinoso era la religión y hoy, claro, en Catalunya, el tema identitario.

Se habla mucho de diálogo pero lo cierto es que hablando la gente no se entiende,  a veces vale más no hablar tanto. En todo caso se pueden llegar a compromisos, a pactos, a resignadas convivencias, a nivel personal, familiar, político. Es difícil que nos hagan cambiar de opinión cuando en nuestras certezas se amontonan muchas cosas, la historia personal, sentimental, las lecturas, las amistades, la colectividad. La historia es interpretable, no es una ciencia exacta y los hechos dependen de como los miremos y entendamos en cada momento. Nosotros también cambiamos y para relativizar hace falta tiempo y cuando entiendes algo ya eres vieja. De joven todo parece blanco o negro e incluso estaríamos dispuestos a morir por ideales etéreos. O queremos creer que es así.

El protagonista de Una historia verdadera se suicidó el año después del estreno de la película. Tenía un cáncer terminal, no es lo mismo ese tipo de suicidio que el de un joven, claro, aunque en ese tipo de cosas se suele generalizar excesivamente. Cuentan que no le gustaban ni la violencia ni las palabrotas y por eso aceptó el personaje, en esa larga y poética historia crepuscular y luminosa, la historia de alguien que quiere morir reconciliado pero no con Dios, como nos predicaban antes, sinó con su hermano.

Para no tener que emprender largos viajes de reconciliación mejor no pelearse ni dejar que las discusiones lleguen al límite. Con nuestras amistades y conocidos mejor dejar de lado, de momento, aquello que puede resultar espinoso e inquietante. Sólo tenemos una vida, dura poco y vale más evitar disgustos, si se puede. Sorprende la capacidad de violencia de los seres humanos en determinadas circunstancias pero debería sorprendernos  más la capacidad de vivir en paz de vez en cuando, incluso, en ocasiones, durante períodos relativamente dilatados en el tiempo. 

martes, 29 de mayo de 2018

MARÍA DOLORES PRADERA, MÚSICA, CINE Y RECUERDOS PERSONALES


Acabo de leer que ha muerto María Dolores Pradera. Tenía más de noventa años, pero todo pasa y el tiempo no perdona a nadie. El escritor Pere Calders, con su gran sentido del humor, comentaba que si al menos alguien se escapase de la muerte, sólo uno... pero no es así, la lotería toca a alguien pero la inmortalidad todavía no se ha inventado.

Entre los pocos discos que teníamos en casa de mis padres había varios de la cantante, a mi madre y a mi suegra les encantaba. Fue una cantante intergeneracional, nos gustaba a todos, más bien a todas, por igual, jóvenes y viejas. En los encuentros juveniles en los cuales se cantaba alrededor del fuego, además de las canciones excursionistas o de protesta siempre surgía alguna canción que habíamos aprendido gracias a la cantante.
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Supimos, con el tiempo, que empezó como actriz, que se casó con Fernán Gómez, todo eso. Hacían buena pareja. Cuando se recuperó Vida en sombras los pudimos ver a los dos, jóvenes y guapos, en aquel intento de hacer un cine más o menos normal. La película, las dificultades de censura y el largo olvido, acabaron con la carrera cinematográfica del director, Llobet-Gracia, la primera vez la vi, casi de forma clandestina, en el centro social del barrio. Algunas películas en las que intervino las hemos podido recuperar en el excelente espacio de la segunda cadena, como Los habitantes de la casa deshabitada (1946), pasada recientemente.

Después, en vista del éxito, Pradera se dedicó de forma exclusiva a la canción. Compartió canciones y escenario con todos los grandes, hasta hace cuatro días, recibió el título popular de gran dama de la canción, denominación sobre la cual, según cuentan, ironizaba. Hace un par de años, estando ya delicada de salud, leí que la había llamado por teléfono Pablo Iglesias para manifestarle su admiración. Existió una gran unanimidad sobre la devoción a Pradera aunque también, como resulta inevitable, se criticó la transformación de algunas canciones, que con sus versiones perdian contundencia o frescor en comparación con los originales. 
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Todo es opinable. Quizás perdimos a la actriz, en ese camino musical, pero las cosas no eran fáciles por aquí, ni en el cine, ni en el teatro ni en los hogares humildes. Su ex-marido comentaba, en un libro de memorias, que en España los triunfos actorales nunca son definitivos, no te convierten en una figura, has de reinventarte y volver a demostrarlo siempre y trabajar mucho. 

Con Pradera, que en ocasiones parecía inmortal, se nos va otro de los grandes personajes supervivientes de esa gran generación de mis padres, ya quedan pocos. Hoy la gente casi no canta de forma espontánea pero las versiones de Pradera se podían escuchar, hace años, por los patios de luces, en versiones de las amas de casa, mientras llenaban las primeras lavadoras.

lunes, 21 de mayo de 2018

LAS CASAS DE LOS FAMOSOS DE IZQUIERDAS



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Esa historia de la casita de Iglesias y Montero me pilla en plena lectura de un libro imprescindible en l'actualidad, La revolución divertida, de Ramón González Férriz (Debate, 2012). En la introducción el autor escribe:


Parece inevitable que toda persona de izquierdas que guste del poder -no sólo político, sino también periodístico, editorial o artístico- tenga que responder en un momento u otro de su vida a la pregunta de cómo conjuga sus ideas políticas radicales con su confort personal.

La incoherencia vital no se da sólo en gente de izquierdas, la misma religión cristiana predica, en teoría, pobreza y austeridad y la realidad, con pocas excepciones, ha sido otra cosa durante siglos. Jordi Pujol se supone que era de derechas -hoy los límites entre derecha e izquierda, más allá de los extremos radicales, son difusos- pero predicaba valores. Por eso sus pecados económicos nos han herido más que los de otros políticos.
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Un piso en mi barrio, Poble-sec, un barrio más bien modesto y trabajador de Barcelona, con una terraza, de nueva construcción, se va a los cuatrocientos mil euros, si es un ático puede llegar a un precio más alto que la casita de la pareja, con eso de la gentrificación y el turismo desbordado. Me imagino que en Madrid deben ir las cosas más o menos como en Barcelona, por lo que respecta al precio de los pisos. Si esa parejita emblemática en espera de mellizos se hubises comprado un buen pisito en un barrio medio madrileño posiblemente no habría levantado la inversión tanta polvareda. Pero, ay, un chalet tiene un valor añadido, claro.

Una cosa es comprar y otra, heredar. Hace algún tiempo se metieron con Benet Salellas, de la CUP, porque tenía varias casas y, como suele suceder, el chico se molestó, su familia las había conseguido con el sudor de su frente. Un repaso por el patrimonio inmobiliario de derecha e izquierda nos produciría algunas sorpresas. En el programa El convidat, de TV3, pudimos ver cómo vivían de bien algunos personajes progres pero nada pareció digno de protestas condenatorias. Si la casa es del patrimonio heredado no inquieta tanto como cuando se compra en directo. Por eso Pujol se excusó con qué el dinero venía de la herencia de su padre, vaya.

Hay algo que nos molesta mucho a la gente y nos hace poner a la defensiva, es cuando se nos enfrenta con nuestras propias contradicciones. Eso atañe, sobre todo, a los predicadores, si no te has quejado ni has condenado a los perversos es más difícil que se metan contigo, claro. Y sucede a muchos niveles, por ejemplo, se defiende la escuela pública, se ataca de mala manera la concertada y luego se lleva a los niños a una de lo más elitistas de la ciudad o de fuera. Tienes muchos disgustos a lo largo de la vida, hace años supe que una pesuquera de culto, con un cargo en el ayuntamiento y muy visceral en sus condenas a la oposición, era de muy buena familia e iba al Liceo envuelta en pieles, cuando al Liceo se iba con las pieles, eso también ha cambiado, vaya. Y es que además de vivir bien, cierta izquierda, no disimula demasiado, la verdad.

Esas cosas pasan, somos humanos y humanas. Se atacan los enchufes hasta que se puede colocar al niño en un buen empleo gracias a los padrinos. En general, cuando te atacan te sales por la tangente, se ataca al contrario o se minimiza el pecado cometido. Es aquello de la paja en el ojo ajeno o de que, como decimos en catalán, cap geperut es veu el gep.

Albano Dante-Fachín, una persona con la cual se puede o no estar de acuerdo, pero que es, de momento,  de lo más lúcido, inteligente y coherente que tenemos por aquí escribió un twitter sobre el tema de la consulta a las bases sobre lo del chalet, que puede servir para hacer memoria a los olvidadizos de los temas verdaderamente importantes que pasar desapercibidos o casi:

Espero que la consulta de Irene y Pablo a las bases sea TRANSPARENTE y con posibilidad de AUDITORÍA y no como la consulta que se hizo para legitimar la destitución de la dirección catalana de Podem desde Madrid. Sin transparencia y sin auditoría. Salud.

Los comunistas de antaño, cuando les recriminabas que vivían muy bien -algunos- te argumentaban que luchaban para que todo el mundo tuviese lo necesario, lo que tenían ellos, se supone. En una ocasión, hace muchos años, una compañera de escuela, comunista de café, me contó que había ido a silbar a los convergentes que estaban podridos de dinero. A la que habían ido a silbar a lo bruto era a mi admirada profesora de Matemáticas de la Normal, María Rúbies, a la que su mismo partido dio muchos disgustos y que nos daba clases extras de forma voluntaria los sábados, incluso.

Le quise razonar que en el PSUC y en muchos partidos de izquierda había gente con bastante más dinerito que la profesora convergente. Y que eso era peor, pues ya sabemos que la derecha es mala y rica pero la izquierda debería ser buena, pobre y austera, vaya. Pero no me hizo caso ni me escuchó. Movernos en esquemas predeterminados parece que produce seguridad vital. Un caso de manual es el de esos cantantes que van de progresistas y que en los recitales, cobrados en oro, hablan de los problemas sociales e incluso, de vez en cuando, dedican algunos ingresos a los niños hambrientos del mundo pobre. Recogen un montón de aplausos, ya pasaba con los Beatles.

En fin, váyanse esa pareja a su torrecita en paz, que crien a sus niños en un sitio bonito y aireado, aunque me temo que eso de las urbanizaciones es una trampa rural que provoca muchos gastos en transporte y en construcción de carreteras secundarias, y que se deje en paz la vida privada de la gente, siempre, eso sí, que se paguen las casitas con su dinero, ganado, se supone, honradamente. Pero somos así, inquieta más que a la señora Cifuentes la pillasen con la crema que no los muchos casos de corrupción pepera, comprobados y poco aireados, considerando la gravedad del tema.

Mi barrio, Poble-sec, està hoy un poco de moda. Hace unos días me hizo unas preguntas sobre él una periodista de una tele local, me contó que unos amigos suyos vivieron en mi barrio hasta que tuvieron hijos y hubo que pensar en la escuela. Le argumenté que las escuelas de mi barrio, si lo sabré yo, están bastante bien. Me dijo que quizás ahora sí pero antes no, en fin, no sabía qué decirme. En el fondo, más de lo mismo, es bonito ser de izquierdas en teoría y andar por los barrios con sabor, pero a la hora de la verdad, queremos escuelas sin gente de fuera y de esas que venden humo pedagógico a las clases medias con aspiraciones. Los niños nos sirven de excusa casi para todo.


miércoles, 16 de mayo de 2018

CUANDO VENEZUELA ERA UNA POSIBILIDAD

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En una asociación de mi barrio, la Bibliomusicineteca, entre otras actividades ofrecen un pase de cine cada lunes. Voy cuando puedo, las películas siempre tienen interés, son títulos antiguos o actuales, pero alejados de los circuitos habituales. El pasado lunes vi  allí Pasaje a Venezuela, no la había visto nunca o no la recordaba, aunque parece ser que en el ciclo de cine rodado en Barcelona, que ofrece BTV, la habían proyectado en alguna ocasión. Es  de la factoría Iquino, los estudios Iquino, en el Paralelo, eran un lugar mítico y los niños íbamos a menudo a curiosear por su entorno, se veían fotos de los rodajes y, en alguna ocasión, actores de batalla, que tomaban algo en los bares próximos. 

La película se estrenó en el año 1957. Uno de sus valores añadidos con el tiempo es la visión de aquella remota Barcelona, con pocos coches y paisajes urbanos que ya son irrecuperables. El Rompeolas, las Golondrinas, el puerto pesquero y las subastas del pescado. Hoy el puerto pesquero se encuentra en grave peligro de extinción, ahogado entre esos yates de lujo que han ocupado una gran parte del mar barcelonés y muchos espacios de paseo habitual. La película nos muestra exteriores y interiores modestos y humildes pero no miserables, que también los había, y que forman parte de la ambientación de otros títulos más o menos de la época, como Hay un camino a la derecha (1953). 

La historia es sencilla pero bien contada, no cae nunca en la cursilada, se beneficía del guión y dirección de alguien con tanto oficio como Rafael J. Salvia. En el guión colaboraron otros profesionales como Fernando Merelo  y Ricardo Toledo. Salvia había nacido en Tortosa, murió en Madrid, relativamente joven, con sesenta y un años, en 1976. Hizo de todo, lo mismo que tantos otros de la época, mucho cine alimenticio ligado a eso que llamaron landismo y españolada pero también cosas interesantes y comerciales, como Las chicas de la Cruz Roja, un gran éxito de la época que modernizaba la comedia romántica hispánica. Y también dirigió un título emblemático, El Judas, una película por la que tengo devoción incondicional.

La chica era una francesa, Simone Bach, que se retiró pronto del cine. El chico era José Luis Ozores, en un papel de galán humilde y trabajador. José Luis Ozores murió de forma prematura, a causa de la esclerosis múltiple, con cuarenta y cinco años. Pertenecía a una familia de actores, trabajó mucho y muy bien, considerando la enfermedad que tenía y las posibilidades que en aquellos años ofrecía el cine español. En la escuela nos pasaron más de una vez Recluta con niño. El niño era Miguelito Gil, no sé qué fue de él después de las cuatro películas en las que intervino. También salía en Un traje blanco, otro título que pude ver en la escuela y con el cual lloramos a moco tendido. La familia Ozores continúa generando gente de cine, Adriana Ozores, hija de José Luis, me parece una actriz de una gran categoría a la que no siempre aprovechan como sería deseable.

Era una época de excesos sentimentales y de humor español de ese que hoy nos parece tan rancio. Por eso Pasaje a Venezuela sorprende por su austeridad y moderación. La trama es sencilla, Andrés, el protagonista, que vive con su padre, su hermana, su cuñado y su sobrino pequeño, trabaja en un banco de la época, gana poco y su sueño es emigrar a Venezuela. En aquellos años emigraron a aquel país miles de españoles pero también italianos y europeos en general. Quién más quién menos conocía a alguien que tenía familiares por allí o en la Argentina. Hoy Venezuela, por desgracia, es otra cosa, el mundo da muchas vueltas. Marchaba gente muy pobre, sin recursos, pero también personas con algunos ahorros, para invertirlos en pequeños negocios.

El protagonista quiere conseguir una excedencia en su trabajo, en aquella época se ganaba muy poco en esas oficinas. Al no conseguirla, se despide, y ayudado por Tomás, que trabaja en el negocio del pescado, empieza a comprar en las subastas y a revender en los restaurantes y tiendas diversas el producto, que transporta en un rudimentario carretón. Consigue ahorrar dinero, destinado a poder pagar el pasaje a Venezuela, donde un amigo le conseguirá trabajo. Sin embargo, cuando está a punto de alcanzar su sueño siempre sucede algo, una enfermedad de su sobrinito, un accidente con una furgoneta que le han prestado... 

Mientras tanto conoce a una chica, Carmen, se enamoran, pasean en la Golondrina y ella no parece dispuesta a seguirlo a América aunque no le cuenta sus razones. Tomás, que siempre lo ha ayudado, necesita comprar un barco de pesca y no tiene dinero. El protagonista acabará por prestárselo y quedarse definitivamente en España, asociado con Tomás, interpretado por el gran Saza. El problema de Carmen es su padre, inválido a causa de un accidente, era marinero. Este argumento, sencillo, con tintes sentimentales, fluye con naturalidad y sin estridencias y a pesar de lo  recatado de la época, los novios ni se besan en ningún momento, nada chirría en exceso ni se cae en la cursilería ni en discursos con moralina, con la excepción de las reflexiones finales del protagonista, relativas al hecho de que, trabajando duro, también puedes prosperar sin necesidad de emigrar a Venezuela.

La hermana del chico era María Martín, actriz espectacular que aquí, incluso vestida de digna ama de casa, llama la atención. En un papel secundario y de relleno se puede ver a Gustavo Re, actor que vivió en mi barrio y que siempre salía haciendo algo en un montón de películas y que también era habitual en los programas televisivos de Franz Joham. Durante años pensé que era alemán o austríaco, actuaba con Los Vieneses. Su esposa debía  ser de alguno de esos países pero él era italiano. 

Pasaje a Venezuela nos muestra un mosaico de buena gente, la cual, si en algún momento puede tener mal genio o mal humor, se ayuda cuando hace falta. De vez en cuando, tropezarnos con la bondad, más general de lo que nos parece en ocasiones, resulta bastante estimulante. Una de las curiosidades de esta película y de tantas otras es comprobar cómo se fuma en todas partes, los hombres van pidiendo y ofreciendo cigarrillos, como el personaje que interpreta Gustavo Re, un simpático gandul gorrón. Se fuma incluso en el hospital dónde acaban de operar al pobre sobrinito del protagonista, fuman los familiares y fuma el médico. No fuman, todavía, las señoras.

domingo, 13 de mayo de 2018

CAMUS, DE NUEVO

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Se ha publicado esta primavera la biografía de Albert Camus escrita por Virgil Tanase, un intelectual de origen rumano establecido en Francia por motivos políticos. Sobre el escritor se ha publicado mucho, esta biografía quizás no sea la mejor. Aunque las comparaciones son odiosas parece que la supera la de Olivier Todd, publicada a finales de los noventa. La de Tanase no es actual, se publicó en Francia en 2010. Tiene su encanto, incide en el hombre, más allá del escritor y el paso del tiempo contribuye a que Camus y sus contemporáneos se nos presenten con una perspectiva más amplia y actual.

En aquel año se cumplían cincuenta de la muerte de Camus y yo también escribí sobre él. Los blogs estaban en movimiento y en auge. Hoy han perdido importancia. Hemos quedado por aquí algunos incombustibles, no sé qué habrá sido de personas que me comentaban cosas diversas, como el escritor Francisco Ortiz y tantos otros. La importancia de Camus, más allá de su obra, viene dada por su enfrentamiento a unos y otros, no es fácil defender unas ideas sin que los de la parte contraria te adscriban a las suyas.

El tiempo ha dado la razón, en muchos aspectos, a Camus. Incluso predijo la llegada masiva de la emigración procedente de países pobres. Sartre cada día me parece más lejano, sobre todo por su postura ante cosas como el estalinismo. Él, Beauvoir y su corte celestial se metieron a fondo con Camus, mirado en perspectiva todo era cuestión de vulgares celos personales, sin embargo eso no significa que no haya que leer a Sartre o a Beauvoir, cada cosa en su lugar.

Tanase, el biógrafo, ha manifestado en alguna entrevista que la obra de los escritores suele dar una versión purificada de cómo eran y que para saber más cosas hay que recurrir a la documentación personal. O a una buena biografía, como es el caso. El tiempo ha dado la razón en muchos aspectos, a Camus, però cuando vivía le amargaron bastante la vida, es lo que tienen las élites culturales, que se mueven por intereses diversos, no siempre honrados ni objetivos.

Tanase incide mucho en la humanidad del personaje pero no oculta sus sombras, esa afición desmedida a las mujeres, por ejemplo, con las cuales parece que tenía mucho éxito. Su esposa, Francine Faure, lo pasó bastante mal. Y eso que era hermosa, inteligente, matemática, pianista especializada en Bach. En este presente más favorable a las reivindicaciones feministas te preguntas cómo aguantó a su marido, la verdad. Muchas mujeres de peso vivieron a la sombra de sus maridos, de sus amantes. María Teresa León, sin ir más lejos. 

Camus no era guapo, sin embargo resultaba atractivo para las damas, incluso cuando no era famoso. No sólo escribió y dirigió teatro, también hizo de actor en alguna ocasión y hay algo de teatral en esas fotos en las cuales sale favorecido. En un artículo escritor por un periodista francés, hace años, se decía, en broma, que era un cruce entre Bogart y Fernandel, la verdad es que la irónica comparación es bastante precisa.

Se ha magnificado la relación de Camus con María Casares pero lo cierto es que parece que cuando murió se había citado con tres damas, a horas distintas. No era capaz de ser fiel a nadie y se sentía culpable por ello. No fue una persona demasiado feliz, tenía mala salud, una tuberculosis recurrente, bastante grave. Puede que eso explique su vida intensa y activa, fumador, bebedor, mujeriego, noctámbulo... La sombra de la muerte produce en ocasiones está afición a vivir la vida a tope.

El teatro de Camus ha ocultado en ocasiones su obra narrativa, sus ensayos. La temporada pasada tuvimos en Barcelona un buen Calígula. La versión de El malentendido, con Cayetana Guillén-Cuervo y Julieta Serrano no se ha representado en mi ciudad, tengo la esperanza de qué podamos verla en algún momento. Fernando Guillén le aconsejó a su hija en muchas ocasiones que la representase, él y Gema Cuervo la llevaron a los escenarios en 1969. También nos ofrecieron versiones de obras de Sartre, como A puerta cerrada. De El malentendido se puede ver online una versión de Estudio 1, de mediados de los setenta, con otros actores, como Nuria Torray. Se hizo muy buen teatro en aquellos años de entusiasmos colectivos, en catalán, en castellano, en vivo y por la tele.

Camus vivió una infancia muy pobre, pero relativamente feliz. Su mundo se perdió definitivamente con las guerras coloniales, violentas y lamentables. Su abuela era menorquina, una Sintes. El maestro de la escuela elemental se dio cuenta de su inteligencia y movió Roma con Santiago para que pudiese estudiar. Camus lo recordó en la concesión del Nobel. El maestro no sólo tuvo que buscar ayudas y becas sino convencer a la familia, sobre todo a la abuela que era quién mandaba, de que el chico tenía que estudiar. No es un tema fácil. Hoy puede parecer aquella una mentalidad remota pero me he encontrado con casos así en la escuela, familias que lo que quieren es que los hijos e hijas trabajen pronto y ayuden en casa. Lo demás les parecen lujos. 

Un primo mío, bastante mayor que yo, murió hace poco tiempo, no tuvo tanta suerte. A pesar del interés del maestro su padre no quiso saber nada sobre la posibilidad de estudiar o solicitar ayudas, lo quería en el campo, trabajando con él. Camus se sintió algo marginado entre los otros estudiantes, en la secundaria. Eran tiempos, no tan lejanos, en qué estudiaban cuatro gatos, la mayoría, hombres de casa pudiente. Hoy, en este tema, hemos mejorado mucho. Hay que contemplar las cosas en perspectiva para comprobar las mejoras colectivas evidentes.

Estos días, a veces, pienso en Camus, porque la situación catalana parece polarizarse y según qué comentas, a unos y a otros, te expones a muchos malentendidos. Afortunadamente, la vida sigue y la mayoría de personas son razonables y si un tema es espinosos se deja de lado durante un tiempo. Mi padre tenía muchos hermanos, entre las hijas del mayor, el hereu, hubo un problema grave a causa de la herencia, cosa que dividió a una gran parte de la familia. Mi padre y algunos otros no tomaron partido por nadie pero los hechos crearon una situación incómoda, durante años le incomodaba volver a su pueblo de visita. Pasaron los años, los descendientes de los antiguos enemigos tienen hoy buenas relaciones. No siempre sucede así, en los pueblos pequeños las rencillas duran generaciones, todavía hoy. 

Camus era un buen hombre, al margen de eso de las mujeres, claro. Intentaba ser honrado consigo mismo, con sus propias opiniones. Recibió abucheos, críticas absurdas y excesivas, también recibió el Nobel, aunque era muy joven. Me imagino la rabia que debió hacerle a Sartre, que tardaría unos años en conseguirlo. El Nobel es un premio como tantos otros, con los años pones los mitos en su sitio. Los premios grandes, y a veces, los pequeños, están condicionados por cosas como relaciones, promoción, política. Para qué no se lo diesen a Pérez Galdós los escritores de la época hicieron de todo, incluso una cena colectiva de protesta. 

Para que no se lo diesen a Guimerá, lo mismo, con el agravante de que era catalán, claro. Se hizo un apaño, se concedió a Mistral, compartido con Echegaray. La lengua provenzal, en el país vecino, está mucho más olvidada y maltratada que el catalán pero el estado francés tiene una política cultural más ecléctica y razonable. Echegaray ha sido muy criticado pero tuvo grandes éxitos teatrales en su tiempo, fue un gran médico, un gran personaje, una buena persona, muy amigo de Guimerá, a quién tradujo al castellano. Las versiones en castellano en muchas ocasiones se estrenaron antes que no las catalanas. 

El mundo es complejo y las relaciones humanas tienen muchos matices aunque con el tiempo todo se quiera reducir a tópicos, dogmas y manuales escolares. Por cierto, en Francia hay quién se queja de que el legado de Camus se ha reducido a eso de los manuales. Continúa siendo un personaje que incomoda a determinados sectores. También por aquí. Fue crítico con el comunismo, en el que duró poco. Aquí, además, confundimos antifranquismo con democracia y eso todavía pesa.

Sus frases se han sacado a menudo de contexto, como eso de la justicia y la madre. Camus amó mucho a su madre, analfabeta y casi sordomuda pero una persona excelente y buena como el pan. En realidad dijo eso al criticar la violencia defensiva de los explotados, la violencia indiscriminada que provoca el terrorismo. Su madre podía ser víctima de una bomba tirada por alguien que tenía razones justas para protestar pero entre esa justicia y su madre elegía la vida de su madre. Ese dilema está presente en muchos textos del escritor. 

La violencia terrorista se ha justificado con eso de la violencia de estado, es algo recurrente defender posturas difíciles poniendo en evidencia la maldad de la otra parte. Pero hacer un mal para contrarrestar un mal no suele funcionar. Aunque, claro, después viene la mitificación de la historia, la mística de la revolución y todo eso. Y todo eso, por desgracia, tiene un gran atractivo cuando eres joven y quieres creer que el mundo puede cambiar de forma rápida si nos sacrificamos y luchamos por ello.