miércoles, 17 de enero de 2018

EL FENÓMENO SERRAT

Resultat d'imatges de SERRAT PERMANYER



Como hoy casi todo el mundo sabe, a pesar de la llamada al boicot que hicieron algunos, pocos, dogmáticos, un montón de gente miró ayer en TV3 la entrevista hecha a Serrat.

Lo mejor de la entrevista fue el entrevistado. Me pareció una entrevista algo triste y sosa, me sobraron las intervenciones de diferentes expertos sobre el Paralelo, el Barrio Chino, la zarzuela o la copla. Creo que hubiesen estado bien en otro tipo de programa, en uno dedicado a aquella Barcelona de los cincuenta, eso sí. Incluso en algún momento los comentarios de alguno de esos expertos parecía contradecir lo que el cantante explicaba.

No pude evitar recordar las magníficas entrevistas que hacía Soler Serrano en A fondo o las que hacía, en catalán, Montserrat Roig. Hace poco volví a mirar la que dedicó a Joan Ponç, en algún momento se notaba que la escritora no estaba de acuerdo con determinados matices, ay, relativos a Catalunya y eso de las identidades, pero se reprimió en favor del protagonista. Permanyer tuvo la virtud, eso sí, de no opinar por su cuenta, peligro en el que caen muchos entrevistadores actuales que olvidan con facilidad que el protagonista ha de ser el entrevistado y no el entrevistador.

Sobre Serrat escuché una vez comentar al gran periodista que fue Huertas Clavería, que era un personaje que ganaba mucho en las distancias cortas. Eso es totalmente cierto. Ayer lo recobramos en una distancia corta, próximo y familiar, con ese aire de être vieux sense être adulte, como cantaba Brel, hace años. A Serrat se le han dedicado muchas críticas, más bien a causa de su supuesta frivolidad, de su socialismo algo mundano, de qué en los últimos tiempos no se rindió al independentismo y lo dijo con claridad, que no relativas a su trabajo profesional. 

Raimon dijo algo parecido, con menos claridad, pero no se lo tuvieron en cuenta. Como tampoco le tuvieron en cuenta, hace años, que en un recital de esos macro olvidara que en eso de la canción catalana también hay y hubo algunas señoras importantes. Un periodista se lo recordó y se molestó, dijo que había mujeres en la Lira Ampostina, que tambien participó en el evento, como si fuera lo mismo. Como decimos en catalán, val més caure en gràcia que ser graciós...

Serrat tiene algo que ningún otro cantante catalán, quizás ningún  otro cantante español, ha tenido nunca, desde que yo sigo el tema, ni en tal alto grado, charme, encanto. Algo que es innato y que va más allá de ser bien parecido. Y, además, tiene ese talante popular, tan de agradecer. Se ha enriquecido y ha triunfado sin dejar de expresarse como un chico de barrio cuando hace falta, jamás ha parecido pedante, como otros.

Tiene canciones muy buenas y también canciones muy malas, sin embargo pocas veces se le han criticado esas canciones flojitas. Hace años alguien, en un periódico, se atrevió a decir que algunas de ellas parecian retahilas sin gracia, creo que fue con motivo del disco Serrat/Tarrés, bastante lamentable, según mi opinión. Su voz pronto declinó, si se escuchan los primeros discos, esos en los que recordaba a Aznavour, y los de años después, se nota que cada vez hace más la cabreta, ese recurso de los cantantes cuando la voz no les responde, habitual en el sector de la copla.

Sin embargo sus grandes canciones serán inolvidables, las cante quien las cante. Tanto las que son en catalán como las que son en castellano. Al fin y al cabo sólo lo mejor permanece, aunque no siempre la memoria es justa. Guimerà tiene obras muy malas, malísimas, pero las buenas mantienen toda su vigencia, por poner un ejemplo del país. En este país, Catalunya, la mínima opinión no esperada por tus interlocutores te convierte en traidora o en botiflera, pero pienso también en otros casos. Rosalía de Castro, por ejemplo, volvió al castellano porque no se sintió còmoda con la utilitzación de su obra que hacía determinada élite intelectual gallega. Claro que una cosa es que te llamen botiflera sin muchos motivos y la otra, que te conviertas en un Boadella. 

Nunca me ha gustado esa frase brillante que tanto nos repiten, eso de què la prudència no ens faci traïdors... Es una de esas frases dirigida a los convencidos.  Algo así como aquello de qué valía más morir de pie que vivir de rodillas, Maruja Torres dijo, con ironía, que ella prefiere estar sentada en el sofá.

He oído durante años muchas críticas viscerales a Serrat. He escuchado esas críticas en boca de gente que, cuando ha podido y le han dejado, se ha fotografiado babeando y en estado de excitación emocionada con el cantante. Esa manera de comportarse la he podido percibir respecto a gente del mundo de la política, con los años ves de todo. Pujol tenía su carisma y antes de pasar todo eso que ha pasado, personas que lo criticaban mucho en la intimidad le hacían grandes reverencias cuando pasaba por su pueblo o por su barrio. 

A menudo me viene a la cabeza aquel fragmento del poema If, de Kipling en la inolvidable versión en catalán de Els Esquirols:

Si amb un rei mantens conversa i ell és ell i tu ets qui ets...

No es fácil ser uno mismo ante reyes, famosos y el resto. Hay más servilismo del aparente, por desgracia. Además, en este amado país mío -Catalunya- todo se mezcla. La gente no es nada coherente, en general, pero pide coherencia a sus ídolos y, si fallan, los condena -en teoría- al ostracismo. Se condena la corrupció de arriba cuando la cosa funciona de abajo hacia arriba y la picaresca se ha convertido en una virtud al alcance de todos los españoles, catalanes incluídos, de momento. Pero santificar es fácil, Guardiola dijo aquello de levantarse tempranito y vi la frase grabada en centros de cerámica que se comercializaban por la ciudad. 

En Francia tienen personajes de derechas, Bardot, Delon, se les aprecia y valora por su trabajo profesional. Así como se puede ser del Barça o del Espanyol se puede ser de Raimon y Llach o de Serrat. Hay mas cantantes, pero son la pedrea. Hay que ver como se trató a Ovidi Montllor hasta que estuvo enfermo y lo homenajearon.

Conozco gente que se me ha enfadado cuando les he dicho que jamás me gustó Llach o que Raimon ya no despierta mi interés como antes, incluso que tiene, también, canciones muy flojitas. Curiosamente, a los futbolistas de élite no se les exige ni tan sólo el nivel C de catalán, a nivel popular. Y eso que estudiaron en La Masia y parece extraño ese nivel escolar tan precario, en algunas materias.

Los cantantes de la època de Serrat, como algunos escriptores en catalán, se beneficiaron de la escasez. No había nada o casi nada y los primeros que triunfaron se han perpetuado, si han seguido con la profesión. Hoy cuesta mucho más destacar, en lo que sea. En el magnífico libro de Xavi Ayén sobre el boom de la literatura hispanoamericana el autor comenta algo así al final del libro. García Márquez, Vargas Llosa, fueron los primeros. Después hubo muchos más escritores, algunos puede que incluso mejores, pero ya no fue lo mismo ni despertaron la misma devoción ni ganaron el mismo dinero ni el Premio Nobel.

Raimon celebró un recital hace tiempo, no fui, no suelo ir ya a esos acontecimientos porque he perdido la fe y las devociones incondicionales me angustian, pero me contaron que la mediana de edad era bastante alta, gente de mi tiempo, vaya. Serrat ha sido y es mucho más transversal, todavía despierta pasiones en las quinceañeras y en las abuelitas. Durante mucho tiempo no le vimos por Poble-sec, però ahora ha vuelto en algunas ocasiones, el año pasado le dieron un premio honorífico y participo en una cena vecinal, estuvo encantador y se fotografió con todo el mundo, lo besaron las jovencitas y las yayas. También muchos señores, de esos que le critican, se retrataron, sonrientes, emocionados y contentos, con él. Tiene un sentido del humor agudo, nos reímos un montón con sus comentarios. 

Yo no me hice fotos con él, no le veo la gracia a fotografiarme con alguien que a mi no me conoce de nada, la  verdad, me pasa algo parecido con los autógrafos o con los libros dedicados por autores mediáticos, que tantas colas generan por Sant Jordi.

Creo que esa hija de Serrat que es actriz ha heredado su encanto, que no tiene mucho que ver con la belleza, sinó con ese atractivo innato y perceptible que tienen algunas personas, como Audrey Hepburn, que fue el paradigma. 

Mucha gente del barrio, entre los cuales, mi madre, conocieron a la madre de Serrat, en las tiendas de hace años. Josep Maria de Sagarra, en sus memorias, recoge una anécdota escolar en la cual su madre, ante los premios que recibe a final de curso, no parece emocionarse en exceso y muestra una distancia prudente con esos éxitos. Creo, por lo que me han contado, que la madre de Serrat era también así, prudente con los éxitos de su chico. Su hijo la sacó del barrio y ella quiso volver, eso lo explica el mismo Serrat. No era mujer de lujos ni de tonterías, vaya. 

La historia de Serrat tiene algunos paralelismos con la de Manuel Ausensi, también nacido en mi barrio, de familia humilde, que triunfó como barítono. Durante una primera época se le subieron algo los humos a la cabeza, però luego la gente madura y se da cuenta de la realidad y valora aquella sociedad humilde donde creció y empezó a triunfar. 

Un caso muy diferente fue el de González Ledesma, claro que él era escritor y la cosa cambia, recogió el ambiente del barrio en casi todos sus libros, a menudo paseaba por esas calles tan queridas por mi. Venia así que se le llamaba, para lo que fuese. La popularidad, sin embargo, no es comparable. He visto a gente de la calle decir muchas tonterías a personas famosas, incluso no muy famosas, actores de las series, por ejemplo. Hay que aguantar mucho y no todo el mundo es educado. En una ocasión vi al actor Enric Majó increpar a una señora que se le acercó con demasiadas confianzas: -Ens coneixem, vostè i jo?

Me supo mal que Serrat no volviera al barrio cuando se colocó una placa en la casa donde había vivido González Ledesma, sé que le avisaron. Tendría sus motivos, claro. O sus compromisos. El triunfo de Serrat no es comparable al de otros personajes, de hecho la fama lo ha colocado en otra órbita distinta y en eso cuenta el dinero, como en los futbolistas. Aunque neguemos esa realidad las cosas se valoran por lo que se cobra. 

Y aún así, con tanta fama, Serrat, parece no haber perdido del todo esa inocencia picarona y juvenil que consiguió que montones de chicas de diferentes generaciones nos enamorásemos de él mientras él se enamoraba de esas modelos tan guapas y glamorosas de aquellos años de Tuset Street. Serrat hizo algunas películas muy malas, no era buen actor. O no encontró un buen papel y un buen director, porque en el escenario era muy resultón. 

Si ayer hubo intención de boicot la cosa no salió bien. Serrat es esa Catalunya diversa, tirando a socialista, de barrio, que canta, ríe y se divierte y no quiere maldecaps aunque no siempre puede escaparse de las tensiones o de los problemas colectivos. Serrat tuvo la suerte de caer en una familia que se quería, en una familia normal, con un padre trabajador y una madre de carácter pero cariñosa y eficiente. 

Era muy difícil no ser feliz... comentó durante la entrevista, haciendo referencia a su infancia. Me gustó, a veces parece que la postguerra era un pozo sin fondo, horrible y sin salida. Y eso que su familia había perdido varios miembros en esa guerra que tan mal se explica hoy. Pero se iban a la playa de Can Tunis con su tortilla de berenjena y se lo pasaban pipa.

He escuchado a gente que vivió en chabolas, en barracas, contar lo feliz que era, corriendo por Montjuïc, pero siempre es gente que tuvo la suerte de caer en una familia unida, entre buenas personas, de esas que intentan prosperar y mejorar y que se ayudan cuando hace falta. Como esa señora Aceituno, tan encantadora, feliz de tener su pisito, su rincón modesto. 

No hace falta haber triunfado como Serrat para  ser piadoso con el pasado. Tampoco diré que los pobres son más felices que los ricos, depende del nivel de pobreza, claro. Como cantaba Guillermina Motta (¿dónde está, por cierto?), com la Soraya vull plorar, no vull plorar fent el sopar...

Serrat dijo varias frases brillantes, como quién no quiere la cosa. Dijo, por ejemplo, que lo que es bueno para los barrios es malo para los recuerdos. Los niños de hoy que salgan adelante, esos que vienen de Paquistán, de la China, de la República Dominicana, de Marruecos, recordarán con cariño su barrio de hoy, así es la vida, y, de forma inevitable, se habrán perdido cosas, paisajes, personas entrañables. 

Los seres humanos insistimos en sobrevivir, en cantar, en amarnos, odiarnos y ayudarnos, incluso. Los triunfadores del futuro, los Ausensis, los González Ledesma, los Serrats del mañana, envidiados y quizás habiendo superado ya ese tiempo en el cual el barrio humilde de su infancia les parecía olvidable, feo y superado, envejecerán y quizás nos contarán sus días felices, sus travesuras, sus recuerdos. Bueno, a mi no, que no soy inmortal, a mis descendientes, claro

Otro tema es que los otros se hagan suyo un éxito como el de la entrevista de ayer y nos salgan con aquello de 'toma del frasco, Carrasco', todo es mal que mata. Como si eso del boicot en lugar de ser cosa de cuatro y el cabo fuese cosa del nacionalismo malo y su contubernio  rancio, cuando en todo hay matices e interpretaciones que no se valoran como deberían. 

Aunque era una situación algo exagerada, aquella pelicula argentina, El ciudadano ilustre, resultaba  muy explícita sobre esos sentimientos entre envidiosos y admirativos que nos provocan los triunfadores con suerte, que un día fueron como nosotros, gente normalita, humilde, sencilla y sin grandes perspectivas de llegar a lo alto.